TATA ha vuelto a la carga con un coche majestuoso. Posiblemente sea el último todoterreno de la vieja escuela. Esa imagen de coche fuerte, pesado pero no necesariamente lento está desapareciendo.
La inteligente costumbre de poner la rueda en el portón trasero para dejar un mayor espacio al depósito de combustible y facilitar enormemente la tarea de cambiar una rueda en pleno monte sin olvidar la protección que proporciona está desapareciendo. Es así, al igual que los snorkels, las defensas y otros elementos sin los cuales un todoterreno apenas difiere visualmente de un monovolumen ligeramente cuadrado.
- 4655 mm de largo, 1810 mm de ancho y 1925 mm de alto hacen de él un coche más que espacioso para toda la familia. Pero la cuestión más importante si tiene tanto espacio es saber si podrá llevar mucha carga sin que esto afecte significativamente a su rendimiento.
-Con un motor 2.2 DICOR que también utilizan algunos modelos de Land Rover, 140 cv a 4000 r.p.m y un gasto de 7.7 l a los 100 km parece que no le vaya a costar mucho hacer grandes esfuerzos, por no hablar de que es un consumo muy bajo para un coche de estas características, y más si tenemos en cuenta que el motor es diésel.
Mi experiencia y sensaciones con el coche
Cuando subí al TATA lo primero que se me pasó por la cabeza es que era más enorme por dentro de lo que parecía por fuera, aunque el interior era muy pobre. Coches que cuestan mucho menos, llevan un interior mucho más moderno y apetecible. Pero TATA no ha pensado en que un todoterreno, además de para la vida cruda del campo, se suele utilizar para viajar, lo que hace que sea necesario un interior confortable y atractivo para no agobiarse durante las largas travesías en carretera.
Pero al fin y al cabo, es un TT, no necesita tanto el lujo como sí el rendimiento off-road. Una vez sentado, con el cinturón abrochado y la llave en el contacto sonó un gran estruendo del motor diésel despertando. Los retrovisores vibraban cosa mala, parecía que se iban a caer, en realidad era todo el coche el que vibraba. Metí primera con esa palanca de cambios más propia de un camión y fui levantando el embrague. El Grand Safari, sólo con levantar el embrague un poco, en esos primeros cms ya da una sensación de capacidad y fuerza muy por encima del resto de modelos que la marca india haya fabricado jamás.
Después de conducirlo un rato por ciudad para llegar a la autovía, me percaté de que es un coche algo incómodo por poblado, porque es bastante agobiante cuando intentas girar en espacios reducidos tales como calles repletas de esa gentuza que aparca en doble fila.
Pero por fin llegamos a una pista de barro, es donde pruebo el rendimiento off-road de los coches, un pequeño descampado en un polígono lleno de piedras, rampitas y mucho, mucho barro. Obviamente no es lo mismo que ir a hacer trial, pero desconecté la barra estabilizadora (manualmente, porque es la única forma) y con la reductora puesta, sometí al coche a un castigo no demasiado brutal. La sensación de ir sin barra estabilizadora con la reductora y con tanto barro en un coche tan pesado es bastante difícil de describir. Honestamente me gustó mucho la agilidad que tiene en el campo (bueno, casi campo), nada que ver con la torpeza en ciudad.
Conclusión
Le sobra motor, lo que hace que el consumo sea bastante elevado, tiene un interior demasiado escaso y simplón. Pero es un todoterreno machote nada que ver con las, con perdón: MARICONADAS que están sacando las viejas glorias del mundo 4x4, que de todoterreno tienen lo mismo que un renault clío. El diseño campero, el estupendo par motor, una velocidad máxima bastante aceptable (yo llegué a 145 km/h) un espacio de sobra para lo que sea y la sencillez le aportan a este coche una esencia de la que otros carecen.
Es un coche muy recomendable para la gente que disfruta del mundillo del 4x4 como yo, pero desaconsejable para la ciudad.
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